"Arrasado el jardín, profanados los cálices y las aras, entraron a caballo los hunos en la biblioteca monástica y rompieron los libros incomprensibles y los vituperaron y los quemaron, acaso temerosos de que las letras encubrieran blasfemias contra su dios, que era una cimitarra de hierro. Ardieron palimpsestos y códices, pero en el corazón de la hoguera, entre la ceniza, perduró casi intacto el libro duodécimo de la civitas dei, que narra que Platón enseñó en Atenas que, al cabo de los siglos, todas las cosas recuperarán su estado anterior, y él, en Atenas, ante el mismo auditorio, de nuevo enseñará esa doctrina. El texto que las llamas perdonaron gozó de una veneración especial y quienes lo leyeron y releyeron en esa remota provincia dieron en olvidar que el autor sólo declaró esa doctrina para poder mejor confutarla. Un siglo después, Aureliano, coadjutor de Aquilea, supo que a orillas del Danubio la novísima secta de los monótonos (llamados también anulares) profesaba que la historia es un círculo y que nada es que no haya sido y que no será. En las montañas, la Rueda y la Serpiente habían desplazado a la Cruz. Todos temían, pero todos se confortaban con el rumor de que Juan de Panonia, que se había distinguido por un tratado sobre el séptimo atributo de dios, iba a impugnar tan abominable herejía."
Coido que recrear a época histórica non é a intención principal de "Los teólogos," incluído en El Aleph, de 1949. Sen embargo, os primeiros séculos do cristianismo como relixión oficial do imperium romanorum estiveron cheos de problemas e loitas entre as diversas interpretacións de cal era a verdadeira fé en Cristo. Cóntanse numerosas sectas e herexías: pelaxianos, arianos, monofisitas, orixenistas, iconoclastas; e na Callaecia, claro, os priscilianistas.
Os dous protagonistas, Aureliano e Juan de Panonia, loitan intelectualmente contra as herexías e entre si. A súa relación reflicte quizás as enerxías que se consumiron durante séculos con consecuencias catastróficas para a vida das persoas e dos imperios. A renovatio imperii lanzada por Xustiniano tiña un piar ideolóxico básico en cuestións relixiosas: os reis xermánicos profesaban a fe ariana e non a católica, motivo que contribuíu a agravar as diferencias cada vez máis ata a ruptura e o enfrontamento total, esgotador para todos. O éxito do Islam no século vii non foi alleo á desafección que se sentía polo poder de Constantinopla en Siria, Exipto e Africa, e nese sentimento tamén tiveron fonda influencia as cuestións relixiosas. Neste sentido o final de "Los teólogos" podería ser especialmente revelador.
Ningún comentario:
Publicar un comentario